sábado, 28 de mayo de 2016
viernes, 6 de mayo de 2016
Más allá del desafío, la responsabilidad. Cuando enseñar y aprender con nuevas tecnologías se constituye en nuestro compromiso con las nuevas generaciones.
El paso “de lo sólido a lo líquido”, como plantea Área (2012)
retomando a Baumann, nos enfrenta como docentes a la necesidad de revisar, de
cuestionar, de volver a pensar, muchos de nuestros modos aprendidos acerca de
la docencia. Enfoques, estrategias, estructuras que nos habían resultado
efectivos, que nos generaban un cierto “piso” (idealmente “seguro”) para
construir nuestras intervenciones, aparecen hoy como vulnerables, endebles,
cuestionables.
Enseñar y aprender en esta nueva cultura digital nos desafía
a redimensionar nuestros tiempos y espacios, resignificar nuestras concepciones
acerca de los sujetos, sus roles e interacciones en los procesos de enseñar y
aprender, rediseñar metodologías y recursos, de algún modo, reconfigurarnos.
Las nuevas prácticas comunicacionales, las nuevas formas de
lectura y escritura, requieren, de acuerdo con Dellepiane (2010), formar (y
formarnos) en nuevas competencias. Estas nuevas competencias son las que
necesitamos para pensar en ejercer responsablemente la ciudadanía en un mundo
en el que los cambios se producen a un ritmo vertiginoso, y ese debiera ser
nuestro compromiso, nuestra
responsabilidad política como docentes del siglo XXI, aportar a la construcción
de ciudadanos responsables, críticos, capaces de elaborar respuestas a las
preguntas que vendrán.
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